R. Díaz Maderuelo - J. M. García Campillo - C. G. Wagner - L. A. Ruiz Cabrero - V. Peña Romo - P. González Gutiérrez

De la sorprendente y extraña costumbre del sacrificio humano en la Antigüedad

L. A. RUIZ CABRERO

Curiosa es la percepción de parte de la historiografía en el sentido de negar o minimizar la realidad del sacrificio humano, y por ende, del sacrificio de niños, en las culturas que los propios investigadores estudian. Sirvan una serie de breves apuntes para evidenciar la práctica en las principales culturas del mundo antiguo.
Respecto a la muerte de la víctima, ésta es un seguro de vida (o calidad de vida segura) para aquellos en los que debe revertir los beneficios . En este contexto proceder a matar seres humanos se legitima como un aceptable acto de religión ritual .

Mesopotamia

A.R.W. Green , en su tesis doctoral, observaba y analizaba el sacrificio humano, tanto periódico como las denominadas por algunos autores “muertes rituales”, proponiendo que ya en “Mesopotamian records of the Post-Sumerian period, some indications of ritual killing may be extracted from four different classes of material; they are: (1) inferences concerning slaves and prisioners, (2) texts dealing with the matter of substitution, (3) excerpts drawn from the important New Year Festival, and (4) the burning of children upon altars”.

Sobre un sello de Uruk que muestra el asedio de una ciudad, en el que la escena que se desarrolla es la presentación de un prisionero al que parece ser se ejecutará si no se entrega la ciudad, que por el tamaño respecto a las otras figuras parece tener el tamaño de un niño, ¿el hijo del gobernante? Sin embargo, en los Anales Asirios no hay ningún testimonio que apunte a este sentido y tal vez se trate de la utilización de un ser humano, prisionero o socialmente no considerado, en este caso la figura de un infante, que proteja como un escudo humano al atacante.

En cuanto a las representaciones en varios sellos de colonias mercantiles asirias , A.R.W. Green acepta la interpretación de W.H. Ward de 14 de estos cilindro sellos que muestran un toro, que ambos autores consideran un “bull-altar”, encima del cual hay una protuberancia con forma piramidal, interpretada como una llama, y bajo la cual en 3 de los sellos aparece una pequeña figura, que debe ser un niño en un papel de víctima sacrificial. Green señala que: “Therefore, he [Ward] observes that this could be a bronze bull being prepared for the immolation of the human victim”.

Anteriormente, varios habían sido los autores en señalar no sólo la ejecución de seres humanos, sino que éstos fueran de corta edad, es decir, niños. Así A.H. Sayce en un ensayo afirma leer sobre un texto babilónico: “On the high places the son is burnt”, En años años más recientes esta hipótesis ha sido revisada. Wolfgang Röllig manifiesta sus conclusiones sobre la existencia de tal evidencia: “In Mesopotamian gibt es für das Opfern von Kindern--wie überhaupt für Menschenopfer--keinerlei sichere textliche Bezeugungen”.

Giovanni Pettinato en un análisis de las festividades de la ciudad de Ebla, inserta una tercera fiesta llamada i z i – g a r en sumerio, y Aul/rumu, literalmente “consagración” en eblaita, que, siguiendo a M. Dahood, podría con toda probabilidad hacer referencia a la práctica del sacrificio de niños y, por ende, a la práctica ejecutada por los púnicos durante el primer milenio a.n.e.

Ello recuerda la problemática en torno a la palabra mlk en los textos de Ebla, Mari y Ugarit haciendo referencia a una serie de divinidades semíticas . H.P. Müller señala que estos dioses tienen “keiner Verbindung zu dem umstrittenden Terminus moslek [in der Welt des Alten Testaments], der nichts mit einem Totenopfer zu tun hat”, siendo otro asunto, dependiente en relación a su análisis sobre la evidencia en Mari y en el Antiguo Testamento de dicho término . El autor sugiere que tanto A-kà-al-ma-lik (“verzehrt hat M.”) como Ip-Aur-ma-lik (“vereinigt hat M.”), serían “Ersatznamen” que se dan a un niño cuyo nacimiento tiene lugar dentro de una familia que recientemente se ha visto su número disminuido por la muerte de un niño.

Además, una prueba significativa de la intervención humana en los nacimientos viene expresada por la desproporción entre nacimientos masculinos y femeninos. La información extraída de las tablillas ugaríticas PRU II 80, PRU V 44 y CTA 81 arroja datos sobre 18 familias, de las cuales 9 tienen 2 hijos, 7 familias 1 solo hijo, y 2 con 3 y 6 hijos respectivamente; de los cuales sólo en 4 ocasiones se trataba de 1 hijo y una hija (aunque en dos casos sea una hija en ley, es decir, no natural), en una de 2 hijos y 1 hija, y en otra de 3 hijos y 3 hijas (en este caso todas hijas en ley) .

Grecia
Muchos mitos griegos, que teóricamente han sido considerados como relatos históricos, se veían en su narración envueltos con sacrificios humanos, a menudo de niños adolescentes (especialmente hembras), ejecutados por sus padres o con el consentimiento de sus padres. A menudo las mismas víctimas ofrecidas, iban al sacrificio de buena gana.

La historia griega más famosa relativa al sacrificio de una hija es aquella de Ifigenia, sacrificada por Agamenón en Aulis ante Artemis con el objeto de que permitiera la divinidad navegar hasta Troya a la flota griega (Esquilo, Agamenón 140-155, 198-248; Eurípides, Ifigenia en Aulide 1547-1597; Ifigenia en Tauris 18-24). Según Diodorus (XX, 14, 6), Eurípides obtuvo la idea para esta historia de la práctica cartaginesa. En algunas versiones Ifigenia es sustituida por un ciervo (Eurípides, Ifigenia en Aulide 1581-1589; Ifigenia en Tauris 28-29; Pausanias, III, 9, 3; Apollodorus, Epitome III, 21-22) y llega el personaje a ser una sacerdotisa de Artemis entre los taurios (Euripides, Ifigenia en Tauris 34), una gente conocida por sus sacrificios humanos de extranjeros.

Agesilao, al igual que Agamenón, fue inducido durante un sueño a sacrificar su hija en Aulide antes de una expedición contra los persas. El sacrificó un ciervo en su lugar y su expedición falló (Plutarco, Agesilaus VI, 4-6; Pausanias, III, 9, 3). Antes de la batalla de Leuctra, Pelópidas soñó que debía sacrificar una doncella de bellos cabellos. Sin embargo, fue capaz de burlar la orden sacrificando en cambio un potro (Plutarco, Pelopidas XXI-XXII).

Dentro de estos relatos hay que mencionar al ateniense Erechtheus, quien supuestamente sacrificó a sus hijas para ganar una guerra contra Eleusis (Apollodorus, Biblioteca III, 15, 4; Eurípides, Ion, 278; Porfirio, De Abstinentia, II, 56; Clemente de Alejandria, Exhortación a los griegos, III). Las hijas de Jacinto fueron ejecutadas durante la guerra para evitar el hambre y la plaga, provocadas por una maldición de Minos. Las hijas de Antipoinos se sacrificaron por el bien del éxito tebano en una batalla con los orcomenos: un oráculo había declarado que el ciudadano más noble podría asegurar la victoria al matar por su propia mano, y su padre no estaba dispuesto a sacrificarlo (Pausanias, IX, 17, 1).

Hay también dentro de estos relatos una serie de sacrificios masculinos. Herodoto (II, 119) cita un extraño ejemplo de un hombre griego sacrificando niños; dice que Menelao sacrificó dos chicos egipcios en Egipto. El hijo de Creón, Menoeceus, durante la batalla de los Siete contra Tebas, se inmoló como sacrificio a Ares (Apollodorus, Biblioteca, III, 6, 7; Eurípides, Fenicias, 911-914).
Nephele salvó a Phrixos del sacrificio de su padre, y entre los descendientes de Phrixos el hijo mayor debía ser sacrificado si entraba en la ciudad (Apollodorus, Biblioteca, I, 9, 1; Pseudo-Plato, Minos, 315C; Herodoto, VII, 197).

Zeus en algunas ocasiones era, generalmente en fuentes tardías, asociado tanto con sacrificios humanos, como con acciones de canibalismo. Porfirio (De Abstinentia. II, 27) compara supuestos sacrificios a Zeus Lykeios con aquellos ofrecidos por los cartagineses. En el mismo pasaje explica los orígenes del sacrificio humano en relación al canibalismo que forzaba a los seres humanos ante la falta de otra comida. Según Pausanias (VIII, 38, 6), nadie que ingresaba en el recinto de Zeus Lykeios viviría más de un año, y aquellos que comían las entrañas de la víctima sacrificial llegaban a ser lobos (Platon, Republica, 565D). Sin embargo, la asociación del sacrificio de Zeus Lykeios con el canibalismo, como señala S. Brown , establece un paralelo inapropiado con el sacrificio de niños cartaginés, ya que no hay evidencia arqueológica o literaria que niños o animales sacrificados fueran ingeridos, aunque este pasaje ilustra la conexión en la mente de Porfirio de los dos hechos. El tema de matar y comer niños en la mitología griega ha sido discutido por Walter Burkert y Albert Henrichs . Parece ser que hay constancia de alguna evidencia arqueológica para el sacrificio de niños y el canibalismo en una casa del siglo V a.n.e. en Cnossos.

Los cretenses enviaban sus primogénitos a Delfos para ser sacrificados (Plutarco, Theseus, 16, citando la Constitución de los Boceos). Similar situación se ha observado en la noticia de Eusebio, Praeparatio Evangelica, IV, 16, 7, en la que se cita a Porfirio, según la cual los cretenses tenían la costumbre de sacrificar sus niños a Cronos, al igual que menciona Athanasius (Contra Gentes, XXV, 23ss.). Clemente de Alejandría, Protreptikos pros Hellenas, III, 42, 5, quien cita a Antikledes en relación a que los Lyktianos, que habitaban en Creta, sacrificaban hombres a Zeus. Por último, hay que mencionar la historia del Minotauro que parece insertarse en esta tradición, semidios con cabeza de toro, al más puro estilo oriental, quien solicitaba que los atenienses enviasen a Creta siete muchachos y siete muchachas cada año, antes de que Teseo pusiera fin a este tributo con la muerte del Minotauro.

J.L. Angel observa que en Lerna, durante la Edad del Bronce Medio, del 2000 al 1200 a.n.e., la ratio de mortalidad infantil era del 30% y que esta ratio combinada con los recién nacidos y los abortos prematuros, probablemente excedía del 60%. Pero, como señala el autor, a pesar de esta alta mortalidad, la población se había doblado durante el mismo periodo.

Ya hemos hecho mención al hablar de las máscaras que los lacedemonios se azotaban con el fin de hacer correr sangre para Artemis Ortheia (Sextus, Esbozos Pirrónicos. III, 207; véase también Pausanias, III, 16, 9-11). J.B. Carter sugiere que el santuario de (Artemis) Ortheia fue originalmente fundado por los fenicios y que la asociación de la diosa con la sangre humana estaba basada en los sacrificios de niños inicialmente ejecutados en ese lugar.

Al igual que los romanos, los griegos tanto en época clásica como posteriormente, exponían al niño débil, no querido, y deformado en el momento de nacer , como lo indican diversas fuentes tanto literarias como mitológicas así como inscritas. El infanticidio de los hijos legítimos, incluso siendo los padres ricos, era tan común que Polibio (XXXVI, 17) le atribuyó la despoblación de Grecia: “En nuestro tiempo se ha dado en toda Grecia una tasa de natalidad baja y un descenso general de la población, debido al cual las ciudades se han quedado desiertas y la tierra ha cesado de dar frutos, aunque no ha habido ni guerras continuas ni epidemias... pues los hombres han caído en tal estado de presunción, avaricia e indolencia que no quieren casarse, o si se casan no quieren criar a los hijos que les nacen, o a lo sumo, por regla general, sólo a uno o dos”.

Conocido es que los espartanos, con el fin de criar niños robustos bajo la atenta observación de toda la comunidad antes que a juicio de sus propios padres, teóricamente exponían niños después de que eran inspeccionados por los más viejos de la tribu: las madres analizaban la condición física de recién nacidos a raíz de lavarlos en vino, con la creencia que de esta manera se provocaban convulsiones en el niño enfermizo (Plutarco, Lycurgus XVI, 1-2). Platón indica que niños con defectos o considerados inferiores eran ocultados (Republica 459E, 460C). En el Theaetetus (151B-C, 160D-161A) hace a Sócrates comparar ideas respecto a los recién nacidos, quien dice si era examinado y si se hallaba alguna carencia, no debía ser criado. En Las nubes (531-532), Aristófanes se refiere a una anterior obra suya, que había sido exhibida con el nombre de otro autor, como un infante expuesto por una mujer no casada pero hallado y criado por otra mujer.

Aristóteles, en su Politica (VII, 16), especifica que un niño sano sería criado, pero anota que no era habitual para los griegos exponer niños principalmente para reducir el número de éstos ; embarazos no queridos eran terminados mediante un aborto antes de que el embrión adquiera vida y sentimiento, los indicadores de derecho para realizar un aborto y la edad de los padres estaría regulada.

Se debe contextualizar el infanticidio dentro de Atenas, en relación a la estructura política denominada demokratia, basada en el número de familias, oikoi , y en la propiedad de la tierra que determinaba el estatus social y la influencia política, posesión que recaía en los ciudadanos varones. De ahí que habría problema en tener un número demasiado elevado de hijos y entonces fragmentar la propiedad entre los herederos varones o en las dotes en el caso de las hembras. Por lo que los atenienses practicaban técnicas infanticidas como exponer a los recién nacidos. Así se aseguraba la continuidad del oikos con todas sus implicación social, religiosa, política y militar .

Tener dos hijos no era raro, tres se daban de cuando en cuando, pero prácticamente nunca se criaba a más de una hija. Poseidippos (fr. 11 Kock) señala que:

"Un hijo es siempre criado, incluso si uno es pobre; una hija es expuesta, incluso si uno es rico".

De 600 familias a que se hace referencia sobre las inscripciones del siglo II en Delfos, un 1% criaba más de 2 hijas . Como señala Lloyd DeMause , las estadísticas de que se dispone sobre la Antigüedad revelan grandes excedentes de varones respecto de las mujeres; por ejemplo, en 79 familias que adquirieron la ciudadanía milesia hacia los años 228-220 a. de C. había 118 hijos y 28 hijas; 32 familias tenían un hijo y 31 tenían dos . Sin embargo, algunos autores persisten en argumentar que son simplemente causas naturales las que originan la elevada mortandad infantil, por lo que la intervención humana no sería necesaria.

No obstante, O. Longo propone que la tasa de mortalidad en Grecia durante la Edad Clásica suponía un 40% entre los individuos de edad joven.

Etruria.
Muchas de las urnas cinerarias tardías (alguna de las cuales pueden estar influenciadas por la iconografía púnica) ilustran escenas de muerte y sacrificio, de tipo mitológico, incluyendo el sacrificio de niños .

Roma.
En el año 97 a.n.e el Senado decretó el sacrificio humano como ilegal . Posteriormente, Augusto prohibió a los romanos tomar parte en los sacrificios humanos realizados por los galos, y Tiberio y después Claudio intentaron forzar a los galos a cesar dicha práctica (Suetonius, Claudius, XXV; Plinius, XXX, 3). Los romanos debieron hacer frente a un problema similar, como se ha podido ya observar al tratar las fuentes clásicas relativas al molk, al intentar hacer cumplir la legislación contra el sacrificio humano en el Norte de Africa, donde la pena capital forzó a la clandestinidad de sus ejecutores, pero no pudo extinguir el ritual durante siglos (Tertuliano, Apologeticum, IX, 2-4; Porfirio, De Abstinentia, II, 27). Hadriano proscribió el sacrificio humano en todo el Imperio (Porfirio, De Abstinentia, II, 56; Lactantius, Divinae Institutiones, I, 21; Eusebius, Praeparatio Evangelica, IV, 15, 6-9). Solo en el tercer siglo n.e. fue el sacrificio humano prácticamente eliminado.

M. Harris y E.B. Ross han discutido sobre la idea que la homosexualidad y el infanticidio eran bastante comunes entre los ricos durante la época del Imperio ya que los modelos de herencia, las grandes dotes, y el coste de la influencia política hacía que una elevada fertilidad fuese una amenaza para la perpetuación de la fortuna de una familia. Más tarde, las altas cotas de despoblación hicieron elevar el índice de nacimientos como algo deseable e influyó, como se verá, en las actitudes cristianas contra el infanticidio.

Hasta el primer siglo n.e., a los padres romanos aún se les permitía matar un niño criado , y tanto los romanos republicanos como los imperiales, parece ser que, como se verá, exponían a los niños con deformidades . Una de las cuestiones que no se debe olvidar es aquella que los niños que eran abandonados, servían normalmente como fuente de esclavos.

El infanticidio no fue declarado delito punible con la pena capital hasta el año 374, con lo cual, por supuesto, no se puso fin a esta práctica cuando el cristianismo pasó a ser la religión del Estado. Según Marco Tullio Cicerón (De Legibus, III, 8, 19), las Doce Tablas ordenaban que los niños con deformidad fuesen eliminados. Séneca (De Ira I, 15, 2) explica que tales muertes eran ejecutadas en un espíritu de razón, sin cólera :

... portentosos fetus exstinguimus, liberos quoque, si debiles monstrosique editi sunt, mergimus: nec ira, sed ratio est a sanis inutilia secernere
“....matamos a los engendros; ahogamos incluso a los niños que nacen débiles y anormales. Pero no es la ira, sino la razón la que separa lo malo de lo bueno”.

Tácito (Germania XIX), al ensalzar las virtudes de las mujeres de esta región y de la institución germana de matrimonio (claramente en contraste con las mujeres romanas y las costumbres romanas), manifiesta que para ellos limitar el número de niños o quitar la vida a alguno de ellos es abominable. Según Dionisio de Halicarnaso (II, 15), Rómulo estableció una ley en la que se prescribe que todos los varones y las primeras hembras nacidas debían ser criados, con la excepción del niño débil o deforme que debía ser exhibido para su evaluación por los cinco vecinos más próximos (estando de esta manera el asunto fuera de la familia que, en efecto, probablemente sería una idea griega más bien que romana) . Cuando el género era indeterminado o un niño con características hermafroditas se trataba de defectos tan malos o peores que otras deformidades. Livio (XXVII, 37, 5-7) describe las acciones llevadas a cabo en un caso de sexo incierto: los arúspices etruscos eran consultados y aconsejaban sacarlo al mar en un arca.

La ley de Rómulo (Dionisio de Halicarnaso, II, 15) incluso prohibía matar (no exponer) a niños menos de tres años. Esta provisión limitaba el derecho del cabeza de familia para determinar la vida o muerte , ius vitae ac necis, de sus miembros familiares, un derecho ilustrado por la orden del emperador Augusto prohibiendo que el niño de Julia fuese reconocido o criado (Suetonio, Augustus, LXV), y el hecho de que Claudio echara fuera de su presencia a un niño desnudo que él suponía no era suyo (Suetonio, Claudius, XXVII). El padre tenía un derecho sin trabas hasta el primer siglo a.n.e. para poder quitar la vida de un niño ya criado, como queda reflejado por el caso de Fulvius cuyo padre le ordenó morir por tomar parte en la conspiración de Catilina (Salustio, Catilina, XXXIX).

La Historia Augusta (Didius Iulianus, VII, 9-10, también mencionada por Dion Casio, LXXIII, 16, 5) y Eusebio de Cesarea, Historia Eclesiástica, VII, 10, 4, nos ofrecen la noticia de sacrificios de pueri o pai'de" por parte de los emperadores Didio Juliano y Valeriano, al que se sumaría Heliogabalo (Cassio Dion, LXXIX, 11; Historia Augusta, Antoninus Heliogabalus, VIII, 1-2). Respecto a Valente, Ammiano Marcellino (XXIX, 2, 14) cuenta que no quiere reprimir la extracción de un feto del vientre de la madre viva con el objeto de interrogar a los manes inferni de permutatione imperii por parte del tribuno Pollentianus.

No obstante, algunos autores critican abiertamente en época imperial, el trato dado a los recién nacidos. En la Sátira VI, Juvenal critica abiertamente el aborto (VI, 593-601), el abandono de los niños (VI, 602) y el asesinato de hijastros e hijos adoptivos (VI, 627-643). Otro pasaje confirma que Juvenal ciertamente condenaba estas prácticas, comunes en la sociedad de su época: “Al niño se le debe mayor respeto” (XIV, 47).
Durante sus primeros años un niño, era especialmente vulnerable a la muerte por causas naturales y era, en base a algún vestigio legal y funerario, no considerado digno de luto total. Según Plutarco, bajo las leyes establecidas por Numa (Numa XII, 2) en relación al luto de un niño menor de tres años no debía de llorarse su muerte, mientras la duración apropiada del luto para niños entre las edades de tres y diez años, era de un mes por cada año de vida. Diez meses era el límite de luto símil a aquel para los adultos; solo después de diez años, por lo tanto, un niño alcanzaba estatus total como un miembro adulto de su familia. Según una ley romana tardía, en cuanto a los niños solo de un año, no se lloraba su muerte, y respecto a los niños de tres años eran llorados en su muerte tanto como los adultos. Mientras existen tumbas que fueron erigidas para conmemorar las muertes infantiles, éstas claramente son en un número menor a las muertes que pueden ser consideradas como acaecidas, e igualmente, se conmemoraba un menor número de muertes de hembras que de muertes masculinas.

El aspecto económico de la muerte llevado a cabo por un padre respecto a los miembros familiares es enfatizado en algunas referencias al aborto y a la exposición o asesinato de recién nacidos por el bien de preservar una herencia para los otros niños del núcleo familiar . Aquel deformado, débil, y algún recién nacido de sexo femenino eran considerados como un potencial peligro al patrimonio y por tanto, indeseables .
No por más que curiosa, dentro de la eliminación de niños, resulta la acusación de Ciceron contra el pitagórico Vatinius (In Vatinium, 14) de evocar los muertos ofreciéndoles sacrificios de niños, concretamente, puerorum exta.

La arqueología esboza un panorama que parece reafirmar lo anteriormente expuesto, así los 97 esqueletos de niños descubiertos en la villa romana de Hambleden no solo eran víctimas de infanticidio sino que se trataba de la primogenitura femenina no deseada de un esclavo.

En Ashkelon la muerte de los restos infantiles hallados, fue causada por infanticidio y según el examen de los huesos largos se observa que los niños tenían aproximadamente la misma edad, tratándose de recién nacidos. Según los análisis de ADN sobre 43 fémures izquierdos, se hallaron un total de 19 especímenes: 14 varones y 5 hembras, por lo que parece ser que si el ejemplo es representativo de unos 100 neonatos hallados, dentro de una cloaca (pozo), habría preferencia por el infanticidio masculino. Aunque parece que el lugar, un pozo colocado bajo una casa de baños, la cual podría haber servido como un burdel, podría indicar la preferencia de dar salida en vida a las hembras.

Cristiano Grottanelli , presenta para el mundo romano y, posteriormente, cristiano una serie de textos que contradicen la imagen de negacionismo de estas sociedades en relación a la posible práctica del sacrificio humano. Así, con sustitución de víctimas, las Saturnalia (17 de Diciembre), las Comptalia (entre Diciembre y Enero) , los Argei (14 de Mayo), las Vulcanalia (23 de Agosto), las Feriae Latinae o la Expiatio d. fulmini, para el universo romano. O las polémicas relativas a los cristianos recogidas por Tertulliano, Apologeticum, IX, 1-4, en relación a las acusaciones contra los cristianos de banquetes canibalísticos incestuosos según los paganos; Kata to$n Khristiano$n, en el que el autor acusa a los cristianos de canibalismo y bestialismo; Agustin, Civitate Dei, XVIII, 53-54, en el que se acusa a San Pedro a través de un texto oracular de la muerte y del desmembramiento de un puer anniculus, un niño de un año, o, del mismo autor, la referencia en De Heresibus, 26-28, donde lanza una acusación parecida contra los montanistas, a quienes usarían la sangre de un puer anniculus al que se le hacían pequeños pinchazos, para celebrar la eucaristía, mezclando esta sangre con harina. Si el niño moría era un mártir, si vivía llegaba a ser un gran sacerdote.

A. McGowan menciona que idénticos rituales se atribuyen a los banquetes iniciáticos cristianos donde con los cuchillos habrían quitado la vida a niños (infantes), mojando el pan en la sangre, y en un momento dado habrían tenido lugar relaciones sexuales entre madres e hijas. Evidentemente, una serie de respuestas frente a las acusaciones por parte de los autores cristianos no se hizo esperar.
Sin embargo, la oposición al infanticidio, incluso por parte de los Padres de la Iglesia, muchas veces parecía estar basada más bien en la preocupación por el alma de los padres que por la vida del propio niño, como sugiere la noticia de Justino Mártir (Apologías, 2, 12-13) “Para que no hagamos mal a otros o cometamos un pecado, se nos ha enseñado que es inicuo abandonar a los niños, incluso a los recién nacidos, primero porque vemos que casi todos los que son abandonados (y no sólo las niñas, sino también los varones) acaban en la prostitución”.

La práctica de eliminar a los miembros de menor edad es recogida por Filón de Alejandría (De specialibus leges, III, 114-115) con todo detalle: “Algunos de ellos lo hacen con sus propias manos; con monstruosa crueldad y barbarie ahogan y apagan el aliento de los recién nacidos o los arrojan a un río o a las profundidades del mar, después de atarlos a un cuerpo pesado para que se hundan más rápidamente bajo su peso. Otros lo llevan a un lugar desierto para abandonarlo allí, esperando, según dicen, que se salven, pero en verdad dejándoles para que sufran el más triste destino. Pues todos los animales que se alimentan de carne humana acuden al lugar y se regalan a placer con los niños, magnífico banquete que con ellos ofrecen sus únicos guardianes, quienes más que nadie deberían protegerlos, sus padres y sus madres. También las aves carnívoras descienden al suelo y devoran los fragmentos”.

Respecto a la tasa de mortalidad en Roma durante la época del Imperio, según se puede deducir de los datos epigráficos, Moretti propone que 1/3 moría antes de alcanzar la edad de 18 años.
Se posee además, información relativa al momento del alumbramiento en el mundo romano que parece no diferenciarse de lo anteriormente visto para el mundo bíblico. Curiosa es la consideración del estado de gestación, para ello, el Digesto, presenta una serie de aclaraciones en relación al feto:

partus enim antequam edatur, mulieris portio est vel viscerum

“antes que el feto nazca es parte de la mujer o de sus visceras”
(Digesto, XXV, 4.1.1)

partus nondum editus homo non recte fuisse dicitur

“un feto todavía no nacido no es correctamente dicho que sea un ser humano”
(Digesto, XXXV, 2.9.1)

A pesar de que un gran número de niños morían durante el primer año de vida, pocas tumbas de niños de menos de un año se conocen en Italia, lo que no prueba que no fueran enterrados. Sin embargo, choca este tratamiento con la cantidad de divinidades y rituales conectados con el momento del nacimiento.

Egipto.
En una de las raras referencias al sacrificio de niños, Rufino (Historia Ecclesiastica II, 24) menciona que cabezas de niños eran preservadas en un templo de Alejandría. Lollianos, en su obra Phoinikika, del siglo II n.e , menciona que algunos iniciados, probablemente los rebeldes buokoloi del delta egipcio, sacrificaban un niño, sacándole el corazón repartiéndolo después de haberlo asado y condimentado con aceite y harina, pronunciando un juramento de fidelidad recíproca, comiéndolo posteriormente a la vez que bebían sangre o vino y mantenían relaciones sexuales. De igual forma, y con una datación similar, se presenta el relato de Achille Tazio, Leucippe e Clitofonte, III, 15, donde varios ladrones egipcios son descritos intentando sacrificar a la joven protagonista, Leucippe, con una detallada relación del ritual .
Más evidente resulta el texto recogido en el Papiro de Oxyrinco, IV, 744. De época romana, se trata de una carta que un marido, fuera por viaje de negocios, envía a su esposa embarazada . En ella da instrucciones precisas a la hora del alumbramiento. Estas se reducen a:

"Si como puede suceder, das a luz un hijo, consérvalo, si es mujer, abandónala".